domingo, 7 de agosto de 2016

LA WOOD WIDE WEB

Las plantas son seres vivos sesiles, que se quedan aferrados al sustrato y no se mueven. Aunque, sí se mueven y sus movimientos son lentos, lentísimos, por eso dan la sensación que más que seres vivos parecen seres inertes. Pero, sin ellas no pueden existir los animales —incluidos nosotros los humanos—, y poca atención reciben como si formasen sólo parte del paisaje, cuando son parte esencial (y activa) del medio.

Una célula vegetal es más compleja que una animal, ya que los vegetales (me refiero a las algas y plantas, dejando aparte a los hongos, aunque sesiles como las plantas están más próximamente emparentados con los animales) producen el oxígeno atmosférico que respiramos. Son la base de la red trófica (¡sí red y no cadena!, ya que la naturaleza es más compleja) de los ecosistemas. Sin plantas no habría animales herbívoros, y sin fitófagos no hay depredadores, como si no hubiese depredadores los herbívoros esquilmarían los vegetales. Todo esta relacionado. La imagen vulgar de una lucha contínua es ilusoria e irreal. Si tenemos en cuenta, además, que la mayor parte de las plantas dependen simbióticamente  de los hongos —las micorrizas— para sobrevivir, como a su vez el suelo se fertiliza gracias a la acción de microorganismos y otros pequeños seres vivos como bacterias, nemátodos o colémbolos; la idea de una naturaleza competitiva es incierta, porque la realidad natural nos demuestra que en la Naturaleza lo que domina es la interdependencia y no la competencia... Kropotkin tenía razón cuando nos hablaba del apoyo mutuo.

Pero no sólo es esto, las plantas si se sienten amenazadas, además de protegerse a sí mismas, envian mensajes químicos de advertencia a otras plantas. En un bosque a nivel subterráneo los árboles se comunican por las raíces, además de información comparten nutrientes (se ha demostrado que en partes del bosque cuyo suelo carecia de determinados minerales, estos se transmitían desde otras partes a traves de una red radical). En esta Red Informática Forestal (la Wood Wide Web) intervienen los hongos entrelazando sus micelios con las raíces de los árboles para formar las mencionadas micorrizas.

Las plantas pueden detectar la luz sin tener ojos, oler sin tener olfato, degustar sin tener papilas y hasta digerir sin tener estómago. Además de otros quince sentidos como la capacidad de detectar la humedad, la gravedad, los campos electromagnéticos y un sinfín de gradientes químicos, la mayor parte de estos sentidos localizados en sus raíces, cuyas células de sus puntas funcionan a algo parecido a unas neuronas. Podríamos decir que también son inteligentes y sus raíces funcionan como un sistema nervioso.

Tenemos que cambiar la idea de las plantas que tenemos, y la moderna Biología está en ello. Aquí os ponemos un infográfico que tenemos en el último PRISMA (el 4).


sábado, 6 de agosto de 2016

MUCHO MÁS QUE PLANTAS (PRISMA 4)


Kropotkin, uno de los más destacados pensadores anarquistas, fue también un científico que tuvo el privilegio de ser el único extranjero que pudo participar en la redacción de la Enciclopedia Británica. Su principal contribución a la ciencia fue el excelente libro Apoyo Mutuo, un factor de la evolución, que escribió para combatir el «Darwinismo Social», concepto que pretende usar la teoría de la evolución de Darwin para justificar las injusticias sociales y que forma parte de la ideología del fascismo, siendo empleado por los nazis para justificar científicamente el matar a quienes consideraban débiles.

Según el darwinismo social, la supervivencia del más fuerte es la base de la evolución, y la solidaridad hacia los débiles es no sólo innecesaria sino también contraproducente. Kropotkin, en cambio, demostró que este concepto era una interpretación interesada de las ideas de Darwin por la burguesía para justificar el brutal sistema capitalista en ascenso en aquella época, y suministró un enorme arsenal de datos para demostrar que en el mundo animal la solidaridad —o apoyo mutuo— es un factor clave de la evolución.

Casi un siglo después de la muerte de Kropotkin, la ciencia ha vuelto a comprobar la veracidad de las tesis de Kropotkin al descubrir la existencia de la solidaridad y altruismo en el mundo vegetal; según los artículos ingleses y alemanes traducidos para este ejemplar de Prisma, la solidaridad es un pilar clave en la existencia de las plantas y los bosques, sin la cual sería imposible que lograsen existir.

El presente dossier no pretende justificar las ideas anarquistas apoyándose en la ciencia, dogmatismo en el que cayeron Marx y sus seguidores (véase el concepto del Socialismo Científico), y algo de lo que Malatesta acusó a Kropotkin. No, nuestra intención es recordar la importancia de la solidaridad y cómo esta nos rodea sin que seamos conscientes de ello, algo importantísimo en la época actual en la que el capitalismo y sus voceros pretenden convencernos de que la maldad es algo intrínseco al ser humano.

Hemos sacado ya el número 4 de PRISMA, órgano gratuito de AMOR Y RABIA, para obtenerlo pulsar en lo siguiente.